La amplia prehistoria de Baja California está atestada por innumerables concheros a lo largo de sus costas, paredes de arte rupestre ocultas en cañones montañosos, escondites para cacería, canteras, entierros en cuevas, campamentos temporales y sitios de aldeas. Los fechamientos de radiocarbono confirman que la región ha estado ocupada desde el final de la Era del Hielo, y algunas declaraciones más controversiales situarían la presencia humana aún antes de esa era.

Los arqueólogos pioneros intentaron organizar la información sobre la prehistoria por distinción de complejos o grupos de características peculiares de periodos de tiempo particulares y de regiones geográficas. Muchos de los complejos reconocidos en Baja California son extensiones de patrones que se definieron primero en algún otro lugar del oeste de Norteamérica, tales como el complejo San Dieguito del holoceno temprano con sus bifaciales de piedra, herramientas de raspado, y crecientes; el complejo La Jolla del holoceno medio, notable por sus extensos concheros y sus herramientas para moler semillas; los complejos sucesivos Pinto y Gypsum, los cuales contienen distintivos estilos de grandes puntas de proyectiles asociadas con adaptaciones al desierto; y el complejo Yumano del prehistórico tardío, conteniendo cerámica y pequeñas puntas de flecha. Otros patrones son específicos de la península, incluyendo el complejo Comondú del centro de Baja California y el complejo funerario Las Palmas en la región del cabo.

Sin duda alguna, el arte rupestre es el tipo de evidencia arqueológica más estudiada en Baja California. Los sitios de la pintura rupestre más conocidos son los espectaculares Grandes Murales de las montañas del centro de la península, con sus perfiles (más grandes que en la vida real) de hombres y mujeres, venados y otros animales. También se han documentado sitios de pictografías y petrogrifos en una variedad de estilos desde Los Cabos hasta la frontera norte. Numerosos estudios han descrito estos paneles de arte rupestre, discutido sus instalaciones y asociaciones, interpretado sus técnicas y arreglos, han intentado descifrar sus cronologías, y han especulado sobre sus funciones. El cuerpo de registros cuidadosos ha crecido, pero pocas interpretaciones se han establecido sólidamente hasta ahora.

Otros investigadores intentan entender las estrategias de subsistencia y los patrones de desplazamiento estacional entre las costas y el interior, característico de varias poblaciones prehistóricas. Los asuntos clave en los continuos estudios arqueológicos también incluyen la cuestión de si los aborígenes bajacalifornianos eran muy "primitivos,"como lo sugirieron los primeros observadores, o si desarrollaron adaptaciones elaboradas y exitosas a un excepcionalmente desafiante ambiente; si sus estilos de vida permanecieron estables en lo general, o si cambiaron a través de la prehistoria; y si varias porciones de la península recibieron influencia importante del exterior, o si estaban esencialmente aisladas.

En comparación con algunas otras regiones, solo una limitada cantidad de trabajo se ha completado hasta ahora para inventariar e interpretar los sitios arqueológicos de Baja California. Sin embargo, en años recientes ha habido un considerable crecimiento en los estudios realizados por investigadores mexicanos e internacionales. Para revisar estudios hasta los años ochenta, vea García Uranga 1988 y Laylander 1992 en la Bibliografía. Para revisar algunas de las investigaciones más extensas, vea los informes de Harry Crosby, Barbro Dahlgren, Emma Lou Davis, Léon Diguet, Harumi Fujita, María de la Luz Gutiérrez, Enrique Hambleton, Justin R. Hyland, Ken Hedges, William C. Massey, Clement W. Meighan, Jerry Moore, Eric W. Ritter, y Donald R. Tuohy.

© 2002 Don Laylander
(Traducido por Moisés Santos Mena)