Para los nativos americanos contemporáneos, las lenguas aborígenes de Baja California son parte importante de su herencia cultural. Los lingüistas profesionales estudian estas lenguas para buscar pistas de la universalidad o diversidad de varios rasgos y procesos en el habla humana. Los antropólogos descubren en ellos rastros de las migraciones prehistóricas y patrones de cambio cultural e interacción, tanto hacia el interior de la península como a través de sus fronteras más distantes en el oeste de Norteamérica.

Mucha de la gente indígena del norte de Baja California aún habla su lengua ancestral, y en años recientes varios lingüistas entre los que se incluyen a James M. Crawford, Leanne Hinton, Judith Joël, Mauricio J. Mixco y Jesús Angel Ochoa Zazueta, han estado muy activos en la documentación y el análisis de las mismas. Al sur de San Quintín, las lenguas aborígenes se extinguieron durante los siglos XVIII y XIX. Para conocer de esas lenguas sureñas dependemos totalmente de los registros escritos por los primeros visitantes, particularmente misioneros jesuitas tales como Jakob Baegert, Miguel del Barco y Franz Benno Ducrue. Debido a los vacíos en la información, los académicos disienten sobre el número de las distintas lenguas en la península y sus rangos geográficos.

Los indígenas más norteños de Baja California hablan lenguas pertenecientes a la familia yumana entre las que se incluyen al kiliwa, paipai, tipai, kumiai (o Kumeyaay como se conoce en inglés), cucapá (Cocopa en inglés) y quechan. Usando la controvertida técnica de la glotocronología, se ha estimado que la separación inicial de la familia yumana en lenguas diferentes quizás ocurrió hace alrededor de 2,500 años. Se ha sugerido que el territorio tradicional de los yumanos originales se encontraba en la cuenca baja del Río Colorado o en el noroeste de Baja California. El cucapá, kumiai y tipai junto con el ipai de Alta California están cercanamente emparentados los unos con los otros, pero separados por quizás cerca de 1,000 años de desarrollo independiente. El quechan está emparentado con el mojave y el maricopa de los ríos Colorado y Gila. Desde un punto de vista geográfico, es sorprendente que el vinculo más cercano del paipai sea las lenguas de los yumanos del oeste de Arizona, el yavapai, wualapai y havasupai. El kiliwa permanece solo, como la lengua más divergente de la familia yumana.

Una conexión ligeramente más remota unió a la familia yumana con el cochimí, la lengua o grupo de lenguas habladas en toda la porción central de Baja California, desde el norte de El Rosario hasta las cercanías de Loreto en el sur. (No se debe confundir el cochimí del centro de Baja California con el dialecto tipai de La Huerta al cual en ocasiones también se le conoce con ese nombre).

Existieron relaciones mucho más distantes, que probablemente daten más de 5,000 años, entre el yumano-cochimí y varias otras familias pertenecientes al phylum lingüístico hokano. Estas lenguas estaban dispersas alrededor de la periferia de la Alta California, incluyendo al chumash, pomo y washo entre otras; aparentemente, los cazadores-recolectores seri de la costa sonorense del Mar de Cortés también son hablantes hokanos. Al interior de la Baja California y al sur del rango cochimí, tanto el monqui de Loreto como el guaycura de las planicies de Magdalena podrían haber pertenecido al phylum hokano. El pericú, lengua hablada en el extremo sur de la región de Los Cabos, es un enigma lingüístico. Pudo o no haber estado relacionada con el guaycura; pero la evidencia es muy insuficiente como para saber con certeza.

Para discusiones adicionales sobre la distribución y relaciones de las lenguas de Baja California, consulte la Bibliografía, y a fuentes tales como Gursky 1966; Joël 1998; Laylander 1993, 1997a; León-Portilla 1976; Massey 1949; Mathes 1975a, 1977a; Mixco 1977d, 1978; Ochoa Zazueta 1979, 1982b; y Robles Uribe 1965.

© 2002 Don Laylander
(Traducido por Moisés Santos Mena)